Mientras la guitarra de Jimmy Hendrix rompía el éter para llegar hasta los 400.000 pares de orejas congregadas en la enorme explanada del festival de Woodstock, en 1969, nacía un mito erótico para la historia. Entre barro y lluvias, la muchedumbre congregada superó las expectativas y los hippies terminaron por entrar gratuitamente y buscarse la vida para poder comer, como contaría después uno de sus organizadores, Michael Lang, en The Road To Woodstock.